La defensa personal es una disciplina que agrupa un conjunto de técnicas utilizadas para detener una acción ofensiva llevada a cabo contra la propia persona.
Las técnicas de defensa personal fueron en principio tomadas de las artes marciales tradicionales y perfeccionadas y depuradas con el objeto de hacer máxima su efectividad y de adaptarlas a las hipótesis de conflicto en las condiciones actuales de vida.
En defensa personal se utilizan técnicas sencillas, tratando de evitarse los movimientos complejos.
Principalmente se utilizan bloqueos, retenciones y palancas, con el objetivo de reducir al adversario lo más rápido posible y evitar riegos.
La defensa con mano desnuda puede complementarse con armas propias o impropias, ya sean cuchillos o armas de fuego, o cualquier elemento al que podamos acceder en el momento del conflicto.
En el ámbito civil se intenta reducir al adversario de manera segura y sin provocar daños desmedidos, dada la responsabilidad civil de la acción defensiva cuando se exceden los límites de la legítima defensa. Estos límites son: falta de provocación por parte del agredido, necesidad racional de proteger un derecho propio o ajeno y proporcionalidad en el medio usado para defenderse.
A nivel policial, al igual que en el civil, nunca se deben exceder esos límites, teniendo en este caso la obligación de usar la fuerza mínima imprescindible en caso necesario, pero siempre bajo los principios básicos de congruencia, oportunidad y proporcionalidad.